viernes, 14 de agosto de 2015

Cholo


¿Existe la fórmula ideal para acertar con el nombre artístico o pseudónimo?

Pues parece que la hay. Se trataría de tomar el nombre de la primera mascota que uno haya tenido y unirlo al segundo apellido de la madre de cada cual.

En una ocasión escuché de boca de un creativo que si alguien se plantea triunfar ante el público ha de acertar con la elección de su nombre artístico. Proponía como fórmula infalible tomar como nombre el de la primera mascota y como apellido el segundo de la propia madre, una idea que me sonaba a chiste. Pero recapacitando, a lo mejor, no es tan disparatado.

Pensando en mi caso tendría que estar firmando este articulillo con el pseudónimo de Cholo Casal, que bien mirado no suena mal. En este punto me entra un cierto remordimiento al pensar que por no haber adoptado tal nombre a una edad razonable igual se ha desperdiciado un artista en este cuerpo anónimo.

Tengo que aclarar que Cholo era el nombre del primer perro que recuerdo como compañero de mi infancia, un “can de palleiro” con rabo rabeno, de color negro con manchas blancas o blanco con manchas negras, bueno da igual, y que miraba con la cabeza ladeada porque tenía el ojo izquierdo en blanco como consecuencia de su atrevimiento al plantarse frente al gallo cuando era un cachorro. Era un fiel y leal amigo que no se separaba de mí y ahuyentaba mis miedos cuando yo, con cuatro años, me aventuraba a recorrer los casi dos kilómetros que había hasta casa de la abuela, esa querida abuela Carmen que se apellidaba Casal, apellido que pasó a ser el segundo de mi madre y ahora de mi nombre artístico.

Foto: Recordando a Cholo. / Mundiario



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