Tasmania ofrece un entorno de una belleza inmaculada y a la vez accesible
Poblada inicialmente como colonia de
destino penal desde 1803, presos y colonos dejaron un legado que se hace
evidente en los edificios de estilo georgiano y victoriano por toda la
isla.
Tasmania se encuentra a unos 240 kilómetros al sureste de Australia,
de la que está separada por el estrecho de Bass. El archipiélago, que
conforma el estado más pequeño de Australia, cuenta con una isla
principal llamada Tasmania, Bruny Island situada cerca de la costa
sureste de la isla principal, las islas Rey y Flinders que están en el
Estrecho de Bass y numerosas islas más pequeñas cercanas a la costa de
la isla principal, así como la Isla Macquarie en zona subantártica
a 1.450 kilómetros al sureste. La isla principal tiene forma de corazón,
con una superficie de 68.300 kilómetros cuadrados y clima comparable al
de Galicia.
Debe su nombre a Abel Tasman, explorador holandés que la avistó en
1642, aunque el primer asentamiento europeo, de militares, presidiarios y
balleneros británicos, data de principios del siglo XIX. Después, en
apenas treinta años, las enfermedades y los enfrentamientos con los
colonos redujeron drásticamente la población de los aborígenes y en la
actualidad sobreviven escasos descendientes de los antiguos tasmanes en
las islas adyacentes.
Uno de sus habitantes más característico es el demonio de Tasmania (Sarcophilus harrisii),
que no es sólo un personaje de dibujos animados, el enemigo de Bugs
Bunny o el pato Lucas en Looney Tunes. Es un mamífero muy raro, que sólo
se encuentra en la isla de Tasmania, un marsupial relacionado con
koalas y canguros del tamaño de un perro pequeño, de color negro y con
un temperamento feroz. Tiene una cabeza de gran tamaño en relación con
su cuerpo, con fuertes mandíbulas, y emite unos misteriosos gruñidos
durante la búsqueda de comida por la noche, ya que durante el día
permanece oculto.
Foto: Weinglas Bay Tasmania / Peter Kapuschinski
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