lunes, 25 de abril de 2016

O Cebreiro


O Cebreiro ha sido tradicionalmente una puerta que abre Galicia a la Meseta

Parada obligada para los peregrinos que se dirigen a Santiago siguiendo el Camino Francés, es un lugar de gran tradición e impregnado de un halo de misticismo y leyenda.

Desde la Edad Media una de las paradas más sobresalientes del Camino de Santiago, para los peregrinos procedentes de todo el mundo conocido con destino a la tumba del apóstol en Santiago de Compostela, ha sido siempre la iglesia benedictina de O Cebreiro, situada en lo que hoy sigue siendo una pequeña población, que tiene el honor de ser el lugar habitado situado a mayor altitud en la senda del “Camino Francés” dentro de Galicia.

Cuenta la tradición, entre lo histórico y lo legendario, que hacia el final de la Edad Media un monje benedictino se estaba preparando para celebrar misa pensando equivocadamente que en aquel día de crudo invierno nadie se atrevería a venir a misa. Sin embargo allí se presentó un campesino cuyo sacrificio y determinación en acudir a misa desafiando las extremas inclemencias meteorológicas fueron menospreciados por el sacerdote que adolecía de una fe menguante y que en el momento de la consagración vio como la forma sagrada se convertía literalmente en carne y el contenido del cáliz en verdadera sangre. La noticia de este milagro, cuyo fin no era afianzar la fe de aquel descreído monje sino la de todos los hombres, se propagó por todas partes propiciando una gran devoción por la Eucaristía.

La leyenda se fue extendiendo por toda Europa y el santuario, que data del siglo IX, obtuvo diversos privilegios papales y reales. Siguiendo con la tradición, en 1486 los Reyes Católicos peregrinaron a Santiago y se dice que la reina Isabel quiso llevarse consigo las reliquias del Milagro de O Cebreiro, pero habiéndose alejado menos de 5 leguas en dirección a Castilla, los caballos se negaron a continuar viaje, apoderándose un miedo atroz de la comitiva real que los soltó y éstos volvieron con el cáliz y la patena a la Iglesia de Santa María do Cebreiro. En tal ver la reina ordenó que las reliquias se quedaran dónde habían estado.

Foto: Santuario de O Cebreiro. / Mauricio Sánchez Rubal



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