O Cebreiro ha sido tradicionalmente una puerta que abre Galicia a la Meseta
Parada obligada para los peregrinos que se dirigen a Santiago siguiendo
el Camino Francés, es un lugar de gran tradición e impregnado de un halo
de misticismo y leyenda.
Desde la Edad Media una de las paradas más sobresalientes del Camino
de Santiago, para los peregrinos procedentes de todo el mundo conocido
con destino a la tumba del apóstol en Santiago de Compostela, ha sido
siempre la iglesia benedictina de O Cebreiro, situada en lo que hoy
sigue siendo una pequeña población, que tiene el honor de ser el lugar
habitado situado a mayor altitud en la senda del “Camino Francés” dentro
de Galicia.
Cuenta la tradición, entre lo histórico y lo legendario, que hacia el
final de la Edad Media un monje benedictino se estaba preparando para
celebrar misa pensando equivocadamente que en aquel día de crudo
invierno nadie se atrevería a venir a misa. Sin embargo allí se presentó
un campesino cuyo sacrificio y determinación en acudir a misa
desafiando las extremas inclemencias meteorológicas fueron
menospreciados por el sacerdote que adolecía de una fe menguante y que
en el momento de la consagración vio como la forma sagrada se convertía
literalmente en carne y el contenido del cáliz en verdadera sangre. La
noticia de este milagro, cuyo fin no era afianzar la fe de aquel
descreído monje sino la de todos los hombres, se propagó por todas
partes propiciando una gran devoción por la Eucaristía.
La leyenda se fue extendiendo por toda Europa y el santuario, que
data del siglo IX, obtuvo diversos privilegios papales y reales.
Siguiendo con la tradición, en 1486 los Reyes Católicos peregrinaron a
Santiago y se dice que la reina Isabel quiso llevarse consigo las
reliquias del Milagro de O Cebreiro, pero habiéndose alejado menos de 5
leguas en dirección a Castilla, los caballos se negaron a continuar
viaje, apoderándose un miedo atroz de la comitiva real que los soltó y
éstos volvieron con el cáliz y la patena a la Iglesia de Santa María do
Cebreiro. En tal ver la reina ordenó que las reliquias se quedaran dónde
habían estado.
Foto: Santuario de O Cebreiro. / Mauricio Sánchez Rubal
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