Se acabó la pesadilla: el Depor salva la temporada con más pena que gloria
Seguirá otro año en primera tras una segunda vuelta cuyo premio no
merecía ser otro que descender de categoría si no fuera una liga tan
desigual con equipos todavía peores.
No voy a decir que no me alegra que el Deportivo se mantenga en
primera pero, ¿se lo merece?. Desde luego que la afición sí porque se
siente de primera y su apoyo es incondicional, la ciudad también porque
representa promoción y flujo turístico, y a Galicia no le viene mal lo
del derbi con el eterno rival, el Celta. La pregunta no se puede
responder afirmativamente si repasamos la plantilla, la cual creo que
mayoritariamente anda escasa de talento, compromiso, actitud y aptitud,
con un entrenador aquejado de una parálisis técnico-táctica, de todo lo
cual es responsable principal un presidente de comportamiento tibio.
Este agónico desenlace ya nos lo maliciábamos algunos cuando en enero
pasado cayó eliminado de la Copa del Rey en el partido de vuelta de una
ronda teóricamente ganada después del partido de ida, ante un equipo
menor que le pintó la cara en Riazor con un 0-3. Desde ese momento,
incluso antes, entró en caída libre y se equivocaba quien vaticinaba que
no se podría repetir un bochorno semejante al sufrido ante el Mirandés.
No está la cosa para pedir un equipo como aquel que hace unos años se
paseaba por todo el continente tumbando campeones de Europa, al que el
Madrid o el Barcelona visitaban con complejo de inferioridad, pero si un
conjunto que salga al campo con orgullo y dignidad. También hay que
reconocer que aquella ilusión se construyó a crédito por una directiva
con un presidente que acabó encomendándose a Dios y a la historia, por
no decir a su estómago, para dejar en herencia la realidad actual.
De la gloria se pasó al declive y en el fin de ciclo, con el equipo
cargado de fichajes morenos, las malas lenguas ya decían que salía al
campo con once gallegos, uno de Ribeira y el resto de Negreira, o
también que era un equipo como el Ducados, blanquiazul por fuera y negro
por dentro. En fin, ya vendrán tiempos mejores.
Foto: Estadio de Riazor. / PrishtinaLund
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