lunes, 22 de mayo de 2017

O boi bruón


“O boi bruón” (El buey mugidor) habita en los fondos de la laguna de Carregal

En el Parque de las Dunas de Corrubedo, al pasar cerca de esta laguna, se puede escuchar el sonido similar al mugido de un buey que parece estar sumergido bajo las aguas.

Los bueyes suelen ser protagonistas de muchas leyendas. Como esta de Costa Rica que narra como los bueyes que tiraban de una carreta guiada por una bruja cargando con el ataúd de su marido hacia el campo santo con la pretensión de entrar por “las malas” se detuvieron a la voz de “paren en el nombre de Dios” emitida por el sacerdote, mientras la bruja blasfemaba. Así fue que los bueyes quedaron libres y a la carreta se le escucha chirriar algunas noches en su vagar por el mundo guiada por el mismo diablo.

O esta otra alimentada en las zonas rurales de Inglaterra que cuenta como los bueyes, cuando llegaba la Nochebuena, a la media noche, se arrodillaban en el establo para celebrar el nacimiento del Niño Jesús, nacido en un establo con un buey de testigo. En Bután se recuerda al buey “Hermoso”, un buey muy bien tratado por su amo Amir al que, en agradecimiento, le propuso aceptar la apuesta de otra ganadero orgulloso de tirar de cien carretas cargadas, con una bolsa de oro en juego. Apuesta que perdió porque Hermoso se negó a tirar de las carretas cuando Amir le azotó con el látigo y le llamó tonto. El buey, como era bueno, para enmendar la tristeza del amo, le dijo que doblase la apuesta pero que le animase solo con palabras amables. Así fue como Amir ganó la apuesta al segundo intento, recibiendo el buey muchos cumplidos y su amo una lección de humildad y respeto.

En Galicia, para no ser menos, tenemos la de “El buey mugidor” (O boi bruón) que nos sitúa en la zona de las dunas de Corrubedo donde, en otro tiempo, había un palacio habitado por un rey y su hija. Una noche fría llegó un moro viejo buscando cobijo, se enamoró de la princesa y, cuando ésta se negó a convertirse en su esposa, el infiel se marchó amenazante al tiempo que la tierra temblaba y se iba anegando. El rey salió en persecución del moro que se transformó en un imponente buey, al que el rey fue acorralando obligándolo a internarse en el pueblo medio hundido, al tiempo que su hija imploraba a las hadas: "¡Ayuda os pido! ¡Que ese moro traidor y malvado no salga jamás de las ruinas y las aguas que causó con su maldad, y que pene para siempre en el fondo del lago!". Así es como en la laguna de Carregal todavía se pueden oír lo que parecen bramidos de un buey sumergido en las aguas.

Foto: Laguna de Carregal. / javilaspuna


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