“O boi bruón” (El buey mugidor) habita en los fondos de la laguna de Carregal
En el Parque de las Dunas de Corrubedo, al pasar cerca
de esta laguna, se puede escuchar el sonido similar al mugido de un buey que
parece estar sumergido bajo las aguas.
Los bueyes suelen ser protagonistas de muchas
leyendas. Como esta de Costa Rica que narra como los bueyes que tiraban de una
carreta guiada por una bruja cargando con el ataúd de su marido hacia el campo
santo con la pretensión de entrar por “las malas” se detuvieron a la voz de
“paren en el nombre de Dios” emitida por el sacerdote, mientras la bruja
blasfemaba. Así fue que los bueyes quedaron libres y a la carreta se le escucha
chirriar algunas noches en su vagar por el mundo guiada por el mismo diablo.
O esta otra alimentada en las zonas rurales de
Inglaterra que cuenta como los bueyes, cuando llegaba la Nochebuena, a la media
noche, se arrodillaban en el establo para celebrar el nacimiento del Niño Jesús,
nacido en un establo con un buey de testigo. En Bután se recuerda al buey
“Hermoso”, un buey muy bien tratado por su amo Amir al que, en agradecimiento,
le propuso aceptar la apuesta de otra ganadero orgulloso de tirar de cien
carretas cargadas, con una bolsa de oro en juego. Apuesta que perdió porque Hermoso
se negó a tirar de las carretas cuando Amir le azotó con el látigo y le llamó
tonto. El buey, como era bueno, para enmendar la tristeza del amo, le dijo que
doblase la apuesta pero que le animase solo con palabras amables. Así fue como
Amir ganó la apuesta al segundo intento, recibiendo el buey muchos cumplidos y
su amo una lección de humildad y respeto.
En Galicia, para no ser menos, tenemos la de “El buey
mugidor” (O boi bruón) que nos sitúa
en la zona de las dunas de Corrubedo donde, en otro tiempo, había un palacio
habitado por un rey y su hija. Una noche fría llegó un moro viejo buscando
cobijo, se enamoró de la princesa y, cuando ésta se negó a convertirse en su
esposa, el infiel se marchó amenazante al tiempo que la tierra temblaba y se
iba anegando. El rey salió en persecución del moro que se transformó en un imponente
buey, al que el rey fue acorralando obligándolo a internarse en el pueblo medio
hundido, al tiempo que su hija imploraba a las hadas: "¡Ayuda os pido!
¡Que ese moro traidor y malvado no salga jamás de las ruinas y las aguas que
causó con su maldad, y que pene para siempre en el fondo del lago!". Así
es como en la laguna de Carregal todavía se pueden oír lo que parecen bramidos
de un buey sumergido en las aguas.
Foto: Laguna de Carregal. / javilaspuna
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