Lampedusa es tierra de frontera entre dos mundos: la vieja Europa y África
Esta pequeña isla mediterránea al sur
de Sicilia es cuna del gatopardismo, lugar de grandes posibilidades
turísticas y el destino principal de la emigración clandestina hacia
Italia.
Existe un concepto político, conocido como el
gatopardismo o lampedusianismo, por el cual, en determinados momentos,
posiblemente como los que nos toca vivir aquí en este año electoral, es
necesario un aparente cambio revolucionario cuyo fin último es hacer que
parezca que todo cambia para que no cambie nada y el núcleo del sistema
permanezca inalterado. El autor de esta idea es Giuseppe Tomasi di
Lampedusa, un aristócrata siciliano que ostentaba los títulos de
Príncipe de Lampedusa y Duque de Palma di Montechiaro, plasmada en una
obra maestra de la literatura, “El Gatopardo”, que también fue llevada al cine magistralmente por Luchino Visconti.
Lampedusa, con 20 kilómetros cuadrados de superficie y unos 6.000
habitantes, forma con las menores de Linosa y Lampione el archipiélago
de las Islas Pelagias. Aunque se mantiene alejada del bullicio
turístico, cuenta con numerosas y hermosas playas, con unos fondos
marinos que conforman un paraíso para los practicantes de actividades
subacuáticas. Por su situación, a 205 km de las costas sicilianas y tan
sólo a 113 km de las africanas, es frontera entre dos mundos con
características ambientales y culturales bien diferenciadas: Europa y
África.
Sin embargo, ni el gatopardismo ni sus encantos naturales son lo que
hacen saltar a Lampedusa a los noticiarios. Por algo mucho más trágico
es por lo que la gente conoce este enclave: La inmigración. No se sabe
ni cuántos inmigrantes habrán muerto de camino a Lampedusa, tantos que
ya hay quien considera esta zona del Mediterráneo como un cementerio y
los supervivientes son juzgados por ilegales, multados y deportados.
Foto: Isola dei Conigli – Lampedusa. / Alessandra Crociata
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