Una isla, una batalla y dos películas; todo eso hace referencia a Okinawa
Desde la Segunda Guerra Mundial Okinawa ha sido un
lugar estratégico para el ejército norteamericano en misiones de todas las
guerras posteriores y ante el conflicto actual con Corea del Norte.
Okinawa, con una superficie de unos 1.200 kilómetros
cuadrados y una población de más de 1,4 millones de habitantes, es la más
significativa de las islas japonesas del archipiélago Ryükyü. Se trata de una
isla que está siempre en medio de algo, entre el Mar de la China Oriental y el
Mar de Filipinas, a mitad de camino entre Taiwán y Kyüshu, entre la
independencia pacifista de carácter budista de sus antiguos habitantes y la
dominación de sus invasores chinos, japoneses o americanos. En la actualidad la
isla es una prefectura japonesa que cede parte de su territorio a bases
militares norteamericanas como la de Kadena.
En ella se libró, en la primavera de 1945, la batalla
de Okinawa, la última y más grande de las batallas de la Segunda Guerra Mundial
en el Pacífico, precedida del mayor aterrizaje anfibio de la zona, con una
crudeza reflejada en las más de 100.000 bajas japonesas y otras 50.000 del
ejército aliado en tan solo 80 días. En esta refriega las fuerzas aliadas
tuvieron que enfrentarse a las tácticas kamikaze del ejército japonés a base de
ataques aéreos en misión suicida. Los comandantes generales de ambos bandos,
Simon B. Buckner y Ushijima Mitsuru, perecieron durante la batalla.
Este épico episodio fue llevado a la gran pantalla en
1952 con el título de “Okinawa”, un film dirigido por Leigh Jason y protagonizado por Pat
O'Brien, Cameron Mitchell, Richard Denning, Rhys Williams, James Dobson,
Richard Benedict y Rudy Robles, cuyo argumento enlaza un relato histórico con
la ficción de las vivencias de la tripulación de un destructor americano
destinado a proteger los buques de abastecimiento a sus tropas con variopintos
personajes. En 1971, bajo la
dirección de Kihachi Okamoto, vio la luz otra película basada en la misma
batalla enfocándola desde la perspectiva nipona, que nos muestra un país al
borde del desastre y la derrota inminente, aferrado al bastión defensivo de
Okinawa.
Foto: Onna-Son, Okinawa. /Yee Kim
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