La palmera canaria se hizo un hueco en la flora ornamental de Galicia
Desde finales del siglo XIX en que los indianos
comenzaron a regresar de hacer las Américas hicieron de esta especie un recurso
ornamental común en jardines, espacios públicos y casas particulares.
De entre los cerca de 3.000 tipos de palmera que
existen en el mundo, la palmera canaria (Phoenix canariensis) y la palmera
datilera (Phoenix dactylifera) son de las más comunes y conocidas por su
cultivo y uso ornamental. La datilera es más alta, su tronco es más delgado,
crece más rápido y sus hojas no son tan verdes como las de la canaria.
El nombre científico de la palmera canaria hace
referencia al país donde los griegos documentaron las primeras palmeras,
Fenicia. Es un árbol con forma de sombrilla que puede llegar a los 18 metros de
altura con un tronco recto de poco más de medio metro y unas hojas perennes en
forma de palma que alcanzan más de 3 metros con numerosos foliolos estrechos y
afilados. Prefiere los climas templados aunque también resiste el frío y es
escasamente exigente con el tipo de suelo; por eso y porque puede llegar a
vivir más de un siglo es muy apreciada en su faceta ornamental.
En Galicia este tipo de plantas prolifera tanto en
espacios públicos como en fincas privadas. Se pueden ver en lugares como los
Jardines de Méndez Núñez en A Coruña o en el exterior de la estación de tren de
tren de Vigo, así como en toda casa indiana que se precie. Históricamente se
vincula a los gallegos que desde hace más de un siglo lograron fortuna haciendo
las Américas y retornaron como mecenas de escuelas, hospitales y parques que
adornaron con esta variedad de palmera, que también es frecuente ante la
fachada de sus viviendas, costumbre que fue adoptada con posterioridad en otras
muchas viviendas no ligadas a la emigración. Sin embargo, en los últimos años
se cierne sobre ella la amenaza del picudo rojo pero esa es una historia para
otro día.
Foto: Phoenix canariensis. / Jon orue
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