La clase política española se debate entre dontancredismo y gatopardismo
Por un lado está el temperamento frío y flemático de Rajoy, digno de Don
Tancredo, y por el otro el de los demás que quieren cambiarlo todo para
que nada cambie.
Estamos todavía con la resaca de las elecciones del domingo pasado en
las que, a diferencia de la mayoría de consultas electorales donde cada
partido se apunta su victoria, casi todos estamos de acuerdo que en
esta ocasión han y hemos perdido todos a excepción del Partido Popular.
Por tanto, sin saber lo que va a pasar en las negociaciones tras el
26-J, posiblemente los partidos no les quede otra alternativa más que
hacer ahora lo que debieran haber hecho después del 20-D, es decir,
dejar gobernar a Rajoy.
Si se repitieron las elecciones, seguramente fue porque no me
consultaron a mí la solución para evitarlas. Con los resultados de
diciembre y los presupuestos recién aprobados, desde mi punto de vista,
si morados, rojos y naranjas hubiesen practicado la abstención en un
proceso de investidura a favor del Partido Popular y dejado gobernar en
minoría a los azules, tendríamos al menos dos años de un gobierno
controlado por una oposición no contaminada por acuerdos que podría
hacer méritos para la siguiente convocatoria electoral y dejar cocer a
fuego lento a un gobierno presidido por Rajoy, en una situación incómoda
para él pero normal para el país y la vida democrática del mismo. Sin
embargo, optaron por la fracasada alternativa del pacto Sánchez-Rivera
que, aunque hubiera salido, tendría las mismas escasas posibilidades de
éxito que el gobierno en minoría de los populares, con el agravante de
que éstos, con su mayoría en el Senado, bloquearían cualquier pretendida
iniciativa de cambio legislativo que tuviera que contar el beneplácito
de la Cámara Alta.
La situación actual, parece la misma pero hay notorias diferencias.
Aunque públicamente los líderes mantienen un discurso similar ya se
notan matices que veremos cómo se traducen en la práctica. Todos afirman
categóricamente que no habrá terceras elecciones y es que, tal como van
las cosas, de haberlas no descartemos que el PP llegue a la mayoría
absoluta. Dicho lo cual, parece que, como decía antes, toca dejar
gobernar a Rajoy, en una situación en la que el PP gobierna pero legisla
la oposición. Conclusión, a falta alternativas plausibles para investir
Presidente, tendríamos el Gobierno que tocaba en diciembre, eso sí con
el partido que lo soportaría reforzado y la oposición debilitada. Para
este viaje no hacían falta alforjas.
Y como epílogo añadiría. Si yo fuera amigo de Rajoy y él admitiera mi
consejo, le diría una cosa: Mariano, el mérito de este resultado es
básicamente tuyo, por tanto tienes la oportunidad de oro de retirarte
saliendo como un campeón, como un señor, donde todos te lo agradecerán y
te respetarán por el gesto, los tuyos porque lo necesitan y los demás
porque lo desean. El sacrificio facilitaría la formación de gobierno a
favor de tu partido, te supondría honores y reconocimiento, y podrías
pasar a la historia como un héroe. Puede que él tenga algo parecido en
su cabeza porque en su primera comparecencia después del cierre de urnas
dejó el mensaje de que le tocaba hacer uno de los discursos más
difíciles de su vida, a pesar de los favorables resultados, y que en el
mismo no recuerdo que utilizase la primera persona de singular.
Foto: Nubarrones sobre el Congreso. / marcp_dmoz
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