La vendimia en la Ribeira Sacra puede considerarse dura, heroica y sublime
Debido a la escasa y costosa mecanización, los porteadores tienen que
transportar las cajas de uvas a sus espaldas por las escarpadas y
empinadas laderas hasta los puntos de recogida.
Desafiando el vértigo de la inmensa cicatriz que forman las montañas,
cuyas laderas mueren conformando un imponente cañón en las orillas del
río Sil, los romanos, que de vino sabían un poco, vistieron este paisaje
de verdes cepas. Así nacieron unos vinos cuyo delicado cultivo perdura
hasta nuestros días, sabiendo que detrás de cada sorbo, de cada gota
está una viticultura heroica.
La Ribeira Sacra, que se extiende a los márgenes del río Sil y
también del Miño, entre las provincias de Lugo y Ourense, actúa como
motor económico de una amplia zona sostenido por dos pilares: El vino y
el turismo. Cerca de un centenar de bodegas, casi 3.000 viticultores y
una cuidada promoción han conseguido generar riqueza en un entorno rural
exportando vinos a diversos países y atrayendo visitantes que quedan
prendados del paisaje y la gastronomía de una zona marcada por la
abundancia de monasterios que son los culpables del toponímico de
“ribeira sacra”.
La viticultura de la Ribeira Sacra se asienta en un enclave de los
más escarpados del mundo y cuando llega la época de la vendimia llega
también el momento en el que se muestra la dureza del trabajo de los
viticultores haciendo equilibrios cargados con la materia prima por las
terrazas de sus empinadas laderas, con pendientes que superan el 30% y
pueden llegar al 80%. Si dejamos de lado los carriles instalados en
algunas viñas, estamos ante un trabajo que es pura artesanía, cuyo
esfuerzo se ve compensado con la calidad del vino obtenido de variedades
de uva como mencía, godello y merenzao.
Foto: Viñedos de la Ribeira Sacra. / carlos vazquez
Mundiario
No hay comentarios:
Publicar un comentario