jueves, 16 de marzo de 2017

Saint Malo


Entre Bretaña y Francia se encuentra la bella ciudad fortificada de Saint Malo

Cuna de numerosos y renombrados corsarios, sus habitantes siempre se han caracterizado por los deseos de autonomía o independencia acuñando la expresión: "Ni franceses ni bretones, de Saint Malo somos".

Saint Malo se convirtió en el punto de destino y lugar de un efímero encuentro de los dos personajes centrales de la obra de Anthony Doerr "La luz que no puedes ver", una novela ambientada en torno a la II Guerra Mundial. Se trata de Marie-Laure, una niña parisina ciega que tiene en su poder una joya del Museo de Historia Natural, y Werner, un joven alemán huérfano criado en un poblado minero que acaba de especialista en radiotransmisiones del ejército alemán, cuyas desventuras tienen un final dispar que no voy a desvelar.

Seguramente fue unas las plazas que sufrió los ataques más encarnizados, injustos e innecesarios durante la II Guerra Mundial. En el verano de 1944 las fuerzas estadounidenses atacaron con todo una ciudad sitiada en la creencia de que miles de alemanes estaban dentro de su perímetro amurallado, ignorando un informe de que estos no llegaban a ser un centenar pero si había muchos civiles que no habían podido salir debido a que los alemanes cerraran las puertas. La destrucción fue masiva, de cerca de 900 edificios menos de 200 quedaron en pie y todos con daños, persistiendo durante mucho tiempo la falsa creencia de fueron los alemanes quienes incendiaron la ciudad al sentirse derrotados. Sin que esto exima de culpa a los alemanes que también arrasaron lo suyo, con especial mención para la catedral y el puerto.

Sin embargo Saint Malo resurgió de sus cenizas incluso con un nuevo esplendor y, a día de hoy, es un importante destino turístico en Francia. Un lugar ideal para pasear y disfrutar de lo que nosotros llamamos filloas y allí dicen crêpes, la capital del mundo de la crêperie con más de cincuenta establecimientos al uso abiertos. Situada en la región de Bretaña, en la costa Esmeralda, alcanzó renombre por su recinto amurallado del siglo XIII y su relación con el mar, un estratégico puerto con importante actividad en comercio, pesca, recreo y pasaje de viajeros. Actualmente es una estación balnearia, con un espectáculo marítimo en el que  sus grandes mareas corren tan rápido como caballos a galope.

Foto: Mareas vivas en Saint Malo. / Corinne Queme

Mundiario


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