La isla Norderoogsand se ha formado con una velocidad y vitalidad inusuales
Su eclosión y desarrollo, a partir de un banco de arena, constituye una
agradable sorpresa para ecologistas y conservacionistas al conseguir
fijar una vegetación permanente que parece asegurar su futuro.
De manera consciente o inconsciente parece que queremos
matar el mundo que habitamos, pero se resiste, se revela y continuamente
da señales de querer seguir vivo. Infinidad de fenómenos naturales,
como el nacimiento de una isla, son buena muestra de ello. Tal es el
caso de Norderoogsand, una isla cuya existencia surge con el inicio del
siglo XXI en el Mar del Norte, a pocos kilómetros de la costa alemana
del estado de Schleswig-Holstein, en el Parque Nacional del Mar de
Frisia.
Esta isla semejante a una herradura se formó o, mejor dicho,
se está formando por acumulación de arena en una zona de escaso oleaje y
protegida de la acción del mar por la barrera de las Islas Frisias.
Llegó a tener una superficie de 15 hectáreas, pero cada año varía. Sus
residentes se reducen a insectos, aves y focas, estando prohibida para
el hombre. A futuro existen dudas sobre si seguirá creciendo o se la
tragará de nuevo el mar. La única certeza es que nunca será una
atracción turística por tener el acceso restringido a los
conservacionistas.
Norderoogsand es en puridad una duna que, por definición,
dejó de ser un banco de arena para convertirse en una isla cuando
consiguió mantenerse de forma permanente fuera del agua, lo cual sucedió
a partir de 1999. Rápidamente se cubrió de plantas a partir de las
semillas llevadas por las aves y las corrientes, para convertirse en un
lugar de cría de diferentes especies. También sirve como escala para las
aves migratorias que viajan de Africa al norte de Europa.
Mundiario
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