Las meigas que dicen “habelas hainas” pueblan la mágica tierra de Galicia
Se pueden considerar un símbolo de la nacionalidad gallega y, aunque
según la tradición, no todas las meigas fuesen maléficas, constituían un
estigma social en tiempos no muy remotos.
Las meigas, que están muy arraigadas en la tradición popular de
Galicia, son personas con gran prominencia dentro del sexo femenino con
poderes extraordinarios o mágicos que, a diferencia de las brujas que
solo realizan maldades, pueden pactar con el mal para conseguir el bien.
Quizá las influencias celtas, con el culto al bosque y los druidas,
estén en el origen de esta tradición y por eso es común que actúen como
videntes o curanderas, utilizando ensalmos y conjuros.
A este grupo pertenecerían las que, con sus curaciones y
adivinaciones, ayudan a la gente, son las meigas buenas, como las que
ahuyentan el mal de ojo, las que levantan la paletilla, las que curan la
pebida, las que echan las cartas para adivinar el futuro, las
voladoiras que pueden volar haciendo acrobacias en el cielo o las
vedoiras que pueden comunicarse con el más allá y transmitir mensajes de
los muertos para ayudar a los vivos.
Pero no todas las meigas son tan buenas y algunas es mejor no toparse
con ellas, como las chuchonas que presentan diferentes caras y se
transforman en vampiros o abejorros para chupar la sangre a los niños,
las asumcordas que espían a la gente, las marimanta que roban niños como
el hombre del saco, las feiticeiras que viven cerca de los ríos e
hipnotizan a los jóvenes que se acercan haciéndolos meterse en el agua
hasta que se ahogan, las lurpias que se disfrazan de mendigas y si no se
les da generosa limosna se vengan provocando daños cerebrales
irreversibles en alguien cercano, las lavandeiras que piden a los
caminantes ayuda para torcer la ropa y si no lo hacen en la forma
correcta la desgracia caerá sobre su familia o las agoreiras que solo
son capaces de adivinar lo malo. Para combatir éstas se ha acuñado la
frase “Meigas fora” y para protegerse de ellas es preceptivo poner una
escoba del revés detrás de la puerta de entrada o llevar ajos y garras
de animales a modo de amuleto.
Foto: El hogar de las meigas. / karlos martin
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