Una visita a Barcelona no estaría completa sin un paseo por el Parque Güell
Es un lugar mágico y singular que siempre sorprende a los visitantes, un
inmenso jardín de 17 hectáreas repleto de los peculiares elementos
arquitectónicos del inigualable Antonio Gaudí.
Un sonoro fracaso urbanístico está en la génesis de este parque sin
par. Comenzaba el siglo XX cuando Eusebi Güell, rico empresario y conde
de Güell, promovió en el lugar la construcción de una aristocrática
urbanización de lujo, cuyo proyecto le encargó a Antoni Gaudí i Cornet.
Fracasada y abandonada la idea original, el ayuntamiento se hizo con la
propiedad y en su lugar se construyó un parque digno de un escenario de
cuento.
Un jardín de las delicias, situado en el barrio de Gràcia, que se ha
convertido en el espacio público más significativo de Barcelona y, desde
1984, en Patrimonio de la Humanidad. Recorrerlo resulta sugestivo y
emocionante, proporcionando espectaculares vistas de la ciudad y el mar,
con rincones que generan sorpresa al visitante y otros que aportan
intimidad. Da la sensación de improvisación y espontaneidad que
contrasta con la meticulosa geometría propia de la inspiración de su
autor en las formas de la naturaleza. Gaudí tenía tres amores: la
arquitectura, la naturaleza y la religión católica, y de los tres se
aprecia su huella en el parque. Por eso hay quién lo ve vanguardista,
rústico o místico pero todos coinciden en alabar la armoniosa
integración entre los tres elementos.
Se trata de un conjunto en el que la línea recta es sustituida por
formas curvas que se van adaptando a las formas naturales de la montaña
en que está enclavado, salvando un desnivel de 60 metros, con un exitoso
resultado funcional y estético. La entrada principal se encuentra en la
parte baja y en su recorrido hasta la cima, donde se encuentra el
monumento al Calvario, se pasa por una plaza, una solemne escalinata, la
alegoría a una serpiente saliendo de un disco en llamas, la emblemática
escultura de la salamandra, una bancada con forma de concha acústica,
un conjunto de 86 columnas de 6 metros de alto, tres viaductos de tres
estilos diferentes, el camino del Rosario, o la casa en la que vivió
Gaudí que actualmente alberga el Museo, todo decorado con espectaculares
y detallados mosaicos.
Foto: Parc Güell. / Joan Felip
Mundiario
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