Escritores, artistas, políticos y magnates solían ir de vacaciones a Rügen
En el siglo XIX el pintor Caspar David Friedrich inmortalizó los
paisajes y acantilados de una isla cuyo esplendor se puede ver en los
pomposos balnearios que todavía existen.
Rügen, con 926 kilómetros cuadrados de superficie, es la isla más
extensa de Alemania. Se encuentra muy cerca de la costa de Pomerania, en
el Mar Báltico, y está unida a la ciudad hanseática de Stralsund por
carretera y ferrocarril a través del puente de Rügen. Se caracteriza por
su clima relativamente templado y una costa accidentada con muchas
pequeñas penínsulas, acantilados de rocas blancas, bahías abiertas,
playas de fina arena y mar azul.
Rügen es un destino turístico muy popular al que los alemanes califican como “un lugar adecuado para estar”.
Además de la idílica costa, los visitantes pueden disfrutar de un
pintoresco paisaje con frondosos bosques de hayas rodeando lagos, con
dos parques nacionales: la Reserva de la biosfera de Rügen y el Parque
Jasmund, declarado Patrimonio de la Humanidad. La isla es una explosión
de colores que va de los verdes vivos de los bosques al azul intenso del
mar, pasando por el blanco brillante de la arena y los acantilados de
roca cretácea, así como los vibrantes amarillos y rojos de los campos de
amapolas.
Una naturaleza intacta y estaciones balnearias de lujo resultaban un
atractivo irrenunciable para personajes como Thomas Mann, Albert
Einstein, el canciller Bismarck y el propio Adolf Hitler. Si para ellos
Binz y Sellin representaban el más puro lujo, en la actualidad
transmiten el encanto nostálgico de los balnearios época convertidos en
elegantes hoteles de lujo. Y para nostálgicos también está el antiguo
ferrocarril de vía estrecha que lleva a los turistas a cada uno de los
balnearios de la isla a una velocidad de 30 kilómetros/hora.
Foto: Embarcadero de Sellin. / Werner Kunz
Mundiario
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